TUCUMAN. ENV. ESPECIAL - 15/12/12
“Si a Trimarco le hicieron esto, ¿qué nos queda a nosotras?”
POR SIBILA CAMPS
Lo dice una de las jóvenes que buscó refugio en la Fundación que dirige la mamá de Marita.
La absolución de los 13 imputados de secuestrar y prostituir a Marita Verón ha revivido el miedo en las jóvenes víctimas de trata que han declarado haberla visto en las casas de sus mismos captores y en sus prostíbulos. “Tengo miedo por mi familia y por mis hijos”, confesó a Clarín Fátima, quien el año próximo deberá enfrentar su propio juicio contra dos de los imputados.
Todas se han comunicado con Susana Trimarco. “Lloraban –recordó–. Me decían: ‘Si usted, que movió el mundo, no tuvo justicia, ¿qué justicia podemos tener nosotras?”. Varias fueron o llamaron a la Fundación María de los Ángeles para hablar con el equipo de salud mental. “Julieta –el nombre es ficticio– tenía miedo, porque después de diez años se había visto cara a cara con los proxenetas”, contó la doctora Andrea Ezquerro.
“Rosa”, quien vive en un barrio humilde del Gran Tucumán, “está bastante asustada, bastante mal. Nos hemos contenido entre las dos”, señaló Fátima. A pocas cuadras de sus casas vive el ex policía riojano Pascual Andrada, ahora absuelto, quien la habría llevado por la fuerza a La Rioja. “Rosa” tiene una causa iniciada por su secuestro y trata sexual.
“Estos jueces no miden la magnitud del daño que pueden llegar a causar con lo que hicieron, porque esta gente, ahora se siente más impune que nunca –apunta Fátima–. Seguramente dicen: ‘Si hemos escapado de semejante juicio, visto por todo el mundo, podemos hacer desaparecer a la que queramos”.
Las psicólogas y la psiquiatra habían trabajado mucho para fortalecer su estructura psíquica y pudieran volver a enfrentar a sus captores. “‘Rosa nos decía: ‘No hay justicia, esto va a seguir’. Trabajamos sobre la idea de que podían confiar en los jueces –relata la doctora Graciela Balderrama–. Que una cosa eran policías y raptores, y otra cosa muy distinta la justicia justa, donde podemos ampararnos, hablar y ser escuchadas”.
“Trabajamos el tema de que su palabra tenía un valor importantísimo, que iba a ser gente respetuosa, que utilizará la justa justicia –completa Ezquerro–. ‘¿De qué justicia me hablabas?’, me decían. ‘¿De qué valor?’. No les dieron valor a sus relatos sobre cosas aberrantes, inimaginables. Volvieron a cosificarlas: fueron ellas las sancionadas”.
“Nos preguntan qué pasó, si les mentimos –agrega–. ‘¿Por qué no se hace justicia, si es algo que realmente pasó? Es desorganizante”.
Las víctimas de trata, observan las especialistas, están marcadas por la desigualdad estructural: son mujeres, pobres y a menudo analfabetas; en su mayoría han sufrido abuso sexual infantil, y han sido vendidas por el padre, la madre o el marido. “A diferencia de las víctimas del terrorismo de Estado, estas chicas han sido el resto de la sociedad, porque el Estado las desamparó, no han entrado al sistema, no han tenido una contención inicial”, señala Fernanda Coronel. “Y esta sentencia volvió a ponerlas como restos de la sociedad. Pero la sociedad misma está tratando de devolverles su dignidad, y eso, ellas lo registran y les da fuerzas”, destaca Ezquerro.
El equipo de salud mental de la Fundación reconoce que ahora deberá reestructurar su discurso. “Nos preguntamos qué decir ahora, ante esto que se cayó”. Pero sí saben qué decir a otras víctimas de explotación sexual y trata que quizás aún no hayan denunciado.
“Que se acerquen, que se den a conocer y que hablen; a medida que se va poniendo todo sobre la mesa, se va enfrentando a estas redes, cuyo objetivo es que nada salga a la luz –exhorta Balderrama–. Si nada sale a la luz, cada uno es una víctima por separado; si todas se juntan y hacen redes, también con gente que le interesa y entiende del tema, se los puede encarar”.http://www.clarin.com/sociedad/Trimarco-hicieron-queda_0_829117264.html
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