Compartimos esta nota que salio en Urban@s en REd, una publicación Digital a cargo de la Lic. Monica Molina, subdirectora de Políticas de Genero de la ciudad de Santa Rosa, integrante de PAR, la Red de Periodistas de Argentina por una comunicación no Sexista.
DOMINGO 05/06/2011
El Estado en el banquillo
http://www.urbanasenreddigital.com.ar/?PAG=Vernota&clavecontenido=contenidos.id%3D831
“Me pone en alerta”, “me genera angustia e impotencia”, “me produce miedo”, “me da sensación de enfermedad social”, son expresiones de periodistas varones de medios pampeanos. Respondieron a www.urbanasenreddigital.com.ar sobre el impacto que produce en ellos trabajar con las noticias de violencia de género. En el caso de las mujeres que ejercen el periodismo también hay coincidencias sobre todo en las expresiones de indignación, impotencia y bronca. En todos los casos, las y los periodistas coinciden en las deficiencias de los organismos públicos, aunque reconocen cambios que se están generando en algunos ámbitos estatales, sobre todo a partir de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. M.M.
DOMINGO 05/06/2011
Situaciones de violencia de género se producen cotidianamente, lamentablemente, sin embargo en los últimos tiempos hubo hechos en La Pampa que generaron una mayor indignación en la sociedad. Uno de ellos fue el caso ocurrido en la madrugada del 21 de abril, cuando el árbitro de fútbol, Paulo Arias de la localidad de Parera, ubicada en el norte pampeano y que, golpeó ferozmente a su ex pareja, a quien quiso someter sexualmente. (ver caso en www.urbanasenreddigital.com.ar )
La justicia que intervino en la jurisdicción de General Pico, en consonancia con la gravedad del hecho no concedió el juicio abreviado, y en su momento extendió la prisión preventiva.
Ante estos sucesos, y en otros emblemáticos por su gravedad ocurridos con anterioridad puede verse el cambio en la utilización del lenguaje y también se percibe mayor sensibilización a la hora de realizar el tratamiento periodístico de la noticia referida a la violencia machista.
Seis preguntas fueron el disparador para reflexionar sobre el trabajo que desarrollan los y las periodistas en sus medios: ¿Qué te produce escuchar una noticia sobre violencia hacia una mujer? ¿El hecho que estés trabajando como periodista, con la noticia te involucra de alguna manera? En qué aspectos? ¿Qué les pasa (a los varones) cuando tienen que abordar un testimonio, les cuesta, como sería para ustedes ponerse en la piel de esa mujer maltratada? Hay algún tipo de violencia que le afecta más, cuál?
¿Qué cambios notaron ustedes sobre su práctica periodística en los últimos años respecto del abordaje en los medios de comunicación sobre este tema, y en el programa o medio donde estás trabajando?, ¿Que sería hacer un tratamiento adecuado de la información sobre un caso de violencia de género? ¿Donde te parece que están más deficiencias más importantes, respecto del rol que le cabe al Estado? Y de los medios?
Fernando Ayude, periodista del diario La Arena utiliza la palabra “miedo”, para definir lo que le produce pensando en sus hijas mujeres ante una situación de violencia. Gustavo Laurnagaray, periodista de El Diario, entiende que estos hechos lo ponen en “alerta” y que necesita de un tratamiento acorde a la problemática. La palabra “impotencia” es la que más surge como sentimiento que provoca tomar conocimiento de la violencia, coinciden los y las periodistas: Gustavo Silvestre (El Diario); Carlos Mateu (Radio Noticias), Claudia Giacobbe (FM Libre, radio cooperativa de General Pico), Soledad García (investigadora y periodista), mientras que para el periodista Rolo Cappello, (LRA3 Radio Nacional), le da la sensación de “enfermedad social”, donde de alguna manera –dice el periodista- “estamos todos involucrados, ya sea porque denunciamos o porque miramos para otro lado”.
En el caso de Alejandro Aymú, periodista de radio Cooperativa del Centro Cultural de la Cooperación, e integrante del Foro de periodismo y Comunicación UNLPam más involucrado con el pensamiento feminista plantea que “no es una buena noticia”, a su vez, explica que le produce “sensaciones contradictorias”, por un lado es “lamentable” y por otra parte, ve positivo que el tema esté instalado en la agenda de los medios.
La más visceral de la respuesta la dio Fedra Aimetta, integrante de PAR y del Foro de Periodismo, “me produce algo angustioso en el pecho y panza, irritación e indignación”, dijo desde Salta, ciudad donde reside actualmente.
Involucrarse o no, esa es la cuestión.
Fernando Ayude, es muy contundente, “como periodista trato de abordar el tema de forma correcta. Sobre todo cuando la información de un caso de violencia de género llega de manos de la policía, que suele utilizar expresiones como "drama pasional" o "crimen pasional" (si se refiere a un femicidio). Mi compromiso pasa por dejar en claro que la violencia de género es violencia machista y no existe pasión que la justifique”.
“El involucramiento surge a partir de escuchar el testimonio”, sostiene Gustavo Laurnagaray, al tiempo que agrega que “en el caso de violencia de género hay una larga cadena de ausencias del Estado que alcanza a la Policía, la Justicia y los organismos estatales”, “me involucra” dice Aymú, y agrega “lo siento como propio”.
Para Soledad García “la información siempre provoca algo en nosotros. No creo en quien dice que es inmune a sus efectos”, en tanto considera que “este tipo de información es como un llamado de atención que nos alerta sobre la necesidad de brindar una cobertura adecuada sobre la problemática en cuestión”. Además, en su reflexión agrega que desde su rol de comunicadora social le implica una “responsabilidad enorme” por la incidencia que los medios tienen en la comunidad.
Claudia Giacobbe,(FM Libre) además de su rol de periodista es una activa militante por los derechos de la mujer en la ciudad de General Pico y esto se trasluce en su respuesta cuando se habla de involucramiento: “me resulta inevitable, sobre todo cuando la noticia se da de forma amarillista, o como un espectáculo. La falta de resguardo hacia la víctima me rebela”. “Si me involucro mucho. El hecho de compartir estudio de radio con mujeres, que además están comprometidas y son militantes del tema, me da la ventaja de no descuidar la problemática de la agenda diaria, afirma Carlos Mateu, en la misma línea de compromiso ciudadano se expresa Gustavo Silvestre, que no descuida que en la agenda periodística estén presentes los temas sociales. Rolo Cappello se define como “militante del cambio cultural, quiero pensar que podemos construir otra clase de sujeto social” y entiende que por su rol le cabe la responsabilidad en el tema.
“Me genera la ansiedad de seguir trabajando desde el plano de lo simbólico para tratar de construir nuevas relaciones humanas”, expresa Fedra. La perspectiva de género es el encuadre desde donde la periodista analiza la nota, de esta manera lo trabajan en el programa de radio “Entre Eva y Lilith”, que realiza junto a otras compañeras de la Comisión de la Mujer, y también en el ámbito académico de la UNSA.
Ponerse en la piel
Las respuestas son disímiles. “Creo que ningún hombre puede ponerse en la piel de la mujer. O para hacerlo más genérico, de la víctima”, asegura desde su opinión Gustavo Laurnagaray, coincide en esta posición Fernando Ayude porque entiende que “sólo ella debe saber el calvario que atraviesa”, desde la voz de una mujer, Claudia Giacobbe dice. “Si me tuviera que poner en la piel de una mujer maltratada, ni loca me sometería a una revictimización ante los medios, excepto que el tratamiento sea serio y respetuoso”, en advertencia al tratamiento periodístico sensacionalista que ha hegemonizado el discurso periodístico. Por su parte, Soledad García trata de comprender el proceso y ponerse en el lugar, a riesgo de perder “objetividad”.
Rolo Cappello, afirma que personalmente no le cuesta ponerse en la piel de una mujer maltratada, pero considera que en general a los hombres no le ocurre lo mismo, en esta línea coincide Gustavo Silvestre “no me cuesta ponerme en la piel de una mujer maltratada. Aborrezco todo tipo de violencia, y especialmente cuando esta es ejercida sobre alguien en una posición más débil o vulnerable. La violencia sobre los niños es uno de los casos que más me sensibiliza. En tanto, Carlos Mateu, quien diariamente conduce en Radio Noticias el “Aire de la mañana” sostiene que “en lo personal no me cuesta la temática, al contrario, se ha generado una sinergia muy positiva con el tema en la radio. Y casi que nos fluye hablar o entrevistar, Y me parece que nuestra humilde colaboración es ponerle voz a aquellas mujeres maltratadas que históricamente no se animaban a salir y ahora ven que, al menos, hay alguien que comprende, que escucha, que atiende, que entiende, y que es hombre, lo cual me pone bien. La violencia que mas impacta es la física, la agresión, el golpe”, dice el periodista.
“Decir que me pongo en la piel de una mujer maltratada sería demasiado pretencioso para mí”, opina Alejandro Aymú. Más adelante sostiene que “en el medio cooperativo donde trabajo abordamos testimonios de muchas mujeres que se sienten violentadas física y simbólicamente por todas las “agencias sociales” que forman parte de esta sociedad patriarcal. El replanteo es a partir de mi lugar como varón y es en esa instancia que cuestiono ese lugar hegemónico asignado por el sólo hecho de ser varón”, reflexiona desde Buenos Aires.
La violencia machista en los medios. Tratamiento y cambios
Periodistas de Argentina en Red (PAR), por una comunicación no sexista ha marcado en Argentina a través de sus miembras y miembros un punto de inflexión respecto de incidir con sus acciones en el tratamiento periodístico. Una valiosa herramienta lo constituye el “Decálogo para un tratamiento periodístico de la violencia contra las mujeres”, una producción que desarrollaron las periodistas: Gabriela Barcaglioni, Silvina Molina, Liliana Hendel, Marcela Espíndola, Pate Palero y el periodista Luis María Otero. En Santa Rosa, La Pampa, desde el Municipio a través de la Subdirección de Políticas de Género se impulsó un acta compromiso con los medios locales para un tratamiento adecuado siguiendo los lineamientos sostenido por el Decálogo de PAR. No todos se dispusieron a firmar, algunos sostuvieron que la firma podía condicionar la libertad de expresión, otros que la violencia era parte de la injusticia en el mundo, entonces se inhibieron de suscribir el acta.
Aún cuando existieron estos titubeos o posiciones contrarias, en los últimos tiempos el tratamiento periodístico fue cambiando, esta percepción es compartida con los y las periodistas consultados por www.urbanasenreddigital.com.ar . Por un lado, de la mano de la lucha de las ONGs de mujeres en el país y en el ámbito local, del testimonio de mujeres que se atrevieron a exponer su relato. Esta misma publicación, primero en soporte papel y luego digital fue la primera en la región que comenzó a instalar un discurso no sexista y temáticas de género en la agenda periodística.
“Muchos de nosotros, varones y periodistas, tuvimos que hacer un trabajo profundo no tanto en lo profesional pero sí en lo personal porque nos empezamos a cuestionar ese lugar de “supuesto” privilegio al que esta cultura patriarcal nos había reservado por el simple hecho de ser varón”, argumenta críticamente Aymú, al tiempo que considera que hay más noticias y el tema está ocupando un lugar en la agenda mediática.
Respecto del lenguaje, Fernando Ayude opina que hay un intento de los medios en cuidar el lenguaje dejando de lado la jerga judicial y policial que terminaba justificando al agresor. Entiende que un tratamiento adecuado es presentar los casos de violencia machista como tales y contextualizarlos en el marco de un modelo de sociedad patriarcal que todavía subsiste, remarca Ayude.
Laurnagaray coincide en los patrones culturales machistas existentes y que los medios son de alguna manera reflejo de esta sociedad, al tiempo, apunta que abarcando todos los aspectos del caso, “no sería distinto al tratamiento de otra noticia”, en su caso particular parte de creer el relato de la víctima y, agrega, que cuando una mujer recurre a los medios pone en evidencia las fallas de las instituciones estatales.
La periodista Soledad García, reconoce que hubo avances, destaca que “comienza a asomar una mirada diferente en el tratamiento del tema, donde el lenguaje es el principal protagonista. En ese sentido hay un avance. Algunos conceptos como “violencia o crimen pasional”, empiezan a ser dejados de lado y reemplazados por otros menos sexistas o misóginos. Insisto, es sólo el primer paso y aún hay mucho por hacer. Un aspecto que señala es que ocurren estos cambios, pese a que los planteles de las redacciones de los medios locales en su mayoría lo componen varones.
Por otra parte, reflexiona que “nuestro discurso debe impregnarse de la perspectiva de género, así como también permitir una visión más inclusiva.
Para eso primero debemos asumir cuál es nuestro desafío como periodistas, el cual no solo se reduce a la mera transmisión de información”, coincidiendo con los colegas antes mencionados sobre la importancia de la contextualización de la información con los recursos que ofrece el ejercicio periodístico.
La periodista piquense, Claudia Giacobbe, habla de la experiencia del medio cooperativo donde trabaja, donde el tema fue creciendo y, en el ejercicio concreto considera que hay que respetar a la víctima y no volver a revictimizarla ante los micrófonos, refiriéndose a aquellas prácticas que alientan la morbosidad de la exposición de un caso. Enmarcar el tema en la problemática general, como parte de una “pandemia del siglo XXI”, no naturalizar, ni tomar los casos aislados, son aspectos que deben considerarse a la hora de abordar un caso periodísticamente.
Rolo Cappello, insiste en un concepto de “enfermedad social” y que hay que “sacarlo de la esfera del mundo privado”, que si bien muchos medios han asumido la responsabilidad de tratar este tema en el marco debido y hubo cambios positivos, advierte que “todavía falta mucho camino”. Que un tratamiento adecuado implica la consulta a profesionales psicólogos, sociólogos, siquiatras, para darle una mirada más sólida al tema, y escapar del sentido común, sostiene.
“La violencia de género es un concepto que se ha instalado en los medios recientemente. Hace una década, prácticamente se desconocía y generalmente los hechos eran presentados con características de "pasionales". A pesar de que quedan resabios de esa visión, se ha avanzado en la visibilidad de la cuestión de género en los hechos de violencia”, asegura Gustavo Silvestre, al tiempo que sobre la pregunta cuál sería un tratamiento adecuado, considera que es una pregunta difícil, pero arriesgas que sería “dejar en evidencia los componentes de la cultura machista que nos precede en cada caso en particular”, señala.
El tratamiento periodístico según los medios alcanza ribetes distintos. Por ejemplo, Carlos Mateu, muy sensibilizado en la temática, afirma que “los cambios, al menos en nuestro medio son importantes. Desde la dirección hay con la temática una fuerte presencia, un marcar la cancha, la agenda”, por un lado, sostiene que esto da tranquilidad al periodista, e insiste en que “todavía hay que vencer, muchos prejuicios, mucho "machismo" imperante incluso con mujeres. Tal vez alguien se ofende, pero hay mucha mujer machista que mal considera estos abordajes periodísticos”, advierte.
Aimetta, tiene en claro la cobertura desde una perspectiva de género. “Un tratamiento adecuado debe, en primer lugar, aceptar el presupuesto de la perspectiva de género, en términos de las asimetría de poder entre hombres y mujeres, los condiciones opresivas y discriminatorias que la cultura viene sosteniendo hacia las mujeres y luego contar el caso sin sexismo en el lenguaje, sin revictimizaciones hacia la mujer, sin cubrir la identidad del hombre, sin generar justificaciones ni falacias por lo ocurrido, apelando a intentos explicativos de ningún tipo, entre algunas otras cosas”.
“Además –sigue la periodista- debe contextualizar el caso en un marco mayor de la violencia machista (se pueden brindar datos y números) y además ofrecer información acerca de los lugares a qué recurrir en caso de ser objeto de violencia, datos y artículos sobre las leyes que amparan a las mujeres”, concluye.
Estado: en el banquillo de los acusados
Las frases son contundentes de los y las periodistas respecto de las deficiencias de los distintos organismos del Estado, en todos sus estamentos a la hora de dar respuestas a las víctimas de violencia y en el abordaje de problemática en su totalidad.
“La deficiencia está en que le cuesta abordar la violencia de género como una problemática social extendida. En los casos en que el Estado no le otorga esa dimensión al problema, las víctimas no tienen ninguna contención y quedan a merced de los victimarios”, opina Ayude, a su turno Gustavo Laurnagaray cuestionó que “en el Estado hay una tendencia a esconder el tema. Hablo del estado provincial. Involucra a ejecutivo y a la justicia”. Es interesante la situación que describe el periodista de El Diario, en tanto, en muchas ocasiones el periodismo repite los errores como en otros temas, sin profundizar y en consecuencia tampoco se le da continuidad, a esto se le suma el carácter de las fuentes y la falta de acceso a la información, sobre todo cuando se llega a la orbita judicial.
Fernando Ayude, apuntando al rol del poder judicial, considera que “es necesario que termine de operar el cambio referido a la carátula que tienen las causas de violencia de género”.
En la opinión de Fedra Aimetta, uno de los recursos necesarios en la capacitación y adopción de la perspectiva de género en la comunidad integral que debe atender o puede encontrarse frente a la problemática (salud, fuerzas de seguridad, justicia), falta de recursos e ineficiencia, a la vez, que se lamenta de la “falta de campañas culturales globales y específicas de los espacios de formación de todos los niveles. Sobre el rol de los medios apunta como tareas pendientes a la capacitación, concientización y muchas veces, ética.
Giacobbe, crítica y cuestiona que para “el Estado no es un tema de agenda política. Tenemos una ley muy buena, pero que en la práctica, poco se cumple. No existe en los temas a tratar como política de estado y eso produce una gran sensación de desprotección en las víctimas. Respecto a los medios de comunicación, las deficiencias son las mismas que tienen en las demás temáticas; convertir la noticia en algo vendible, sin importar la dignidad de las personas, concluye.
“El Estado es como que esta despertando ante la problemática, porque además esta es creciente, al menos desde la denuncia. Se denuncia mas, hay Comisarías entrenadas para recibir testimonios, creerlos de una, y actuar convenientemente”, señala y exhorta a la vez, Mateu, en una percepción coincidente Soledad García observa que “ el estado ha comenzado hacerse cargo del tema en los últimos años pero no es suficiente”, en tanto Cappello cree que el estado debe estar “a la cabeza” de la lucha.
García, analiza el caso de Wanda Taddei sobre el tratamiento periodístico respecto de la modalidad –violencia a través de incendiar a la víctimas- y reflexiona sobre como operó la forma de tratar la noticia en tanto efecto de repetición que se produjo en otros casos que fueron noticia. La pregunta subyacente es ¿si los medios influyeron en el efecto de repetición sobre la modalidad de violencia?
“La deficiencia más importantes, desde el estado, creo que es la falta de acompañamiento real a las víctimas para que tengan posibilidades concretas de salir del círculo violento en el cual suelen quedar sometida”, opina certeramente Silvestre, al igual que Mateu observan la persistencia de criterios amarillistas en el tratamiento de la noticia, más anclado en el discurso más propio de las fuentes policiales, del escándalo y de la exposición de la mujer como objeto, sin que haya tratamientos serios de las problemáticas que tienen a la mujer como centro de la noticia.
Aymú, da una vuelta de tuerca a la respuesta y sostiene que. “la verdad es que profundamente siento que no es un error, sinceramente creo que es parte de la reproducción de un sistema patriarcal”.
Su frase sintetiza mucho de la ideología patriarcal que se concentra y reproduce en los organismos del estado, una muestra de ello reciente fueron las expresiones de un juez tucumano, que recibió el repudio no solo de organizaciones de mujeres, sino el tirón de orejas de la mismísima Corte Suprema de Justicia de la Nación, que avanza sobre el Poder Judicial sensibilizando en cuestiones de género a sus operadores/as, en los distintos niveles.
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